La
infancia y la adolescencia son factores esenciales, fortificantes y
revitalizadores de nuestra sociedad; son nuestro presente, serán nuestro más
próximo futuro y depende de todos nuestros más inmediatos esfuerzos su
orientación y capacitación.
Nuestra visión de la sociedad
La infancia y la adolescencia siempre han permanecido en una constante lucha de establecer, analizar y comprender los axiomas que rigen nuestro entorno, esto es: ¿por qué la lluvia?, ¿por qué el sol?, ¿Por qué las estaciones?, entre muchas más.
Es precisamente
esta inquietud innata de esa etapa de infancia y adolescencia en la humanidad la que ha llevado al conocimiento y al
desarrollo de ella misma. El conocer un ¿por qué? Es un reto al que jamás renunciaremos
como humanos.
Todos
hemos sido miembros de una familia, núcleo esencial de nuestro desarrollo como
sociedad, y en ella, hemos sido bombardeados de un sin número de inquietudes
avasallantes y a veces se tornan hasta aterradoras, no por parte de nuestros
padres, o abuelos, o tíos, o de ningún miembro adulto de nuestra familia.
Antes
bien, aquellos que nos hacen desesperar y aterrar, son nuestros infantes, que
con la necesidad imperiosa de descubrir este mundo al que se les ha traído, no
vacilan en lo más mínimo de obtener una respuesta gratificante, convincente y
sobre todo real a todas y cada una de sus inquietudes.
Sí, nosotros nacemos con chip programado, en
el cual no existe la vergüenza a reconocer nuestra ignorancia de lo que nos
rodea, ni menos aún la satisfacción inmediata de una pregunta esencial en ese
momento para nosotros con una respuesta vacía o evasiva.
Somos
exploradores de nuestro mundo, somos pioneros de nuestros propios
conocimientos, somos detallistas de aquellas cosas que más adelante en otra
etapa de nuestras vidas se consideran superfluas e innecesarias. Somos amos de
lo que conocemos y jamás queremos ser esclavos de lo que ignoramos.
Somos realmente
educados o alienados
Tristemente para nuestra humanidad, al crecer somos reprogramados, con normas y etiquetas que estamos seguros muchos han muerto sin aceptar; aquellas que regularizan y estandarizan el “mal llamado orden social”.
“No
preguntes más niño” o un sencillo “porque sí”, son aquellas frases que podemos
recordar no solo de nuestros padres sino también de aquellos llamados,
preparados y remunerados a “guiar y fortalecer” nuestro intelecto a través de
la educación. Educación que se encargará muy seguramente de “certificar que
poseemos los conocimientos suficientes” para enfrentar el mundo en el que
vivimos.
Tanto
así que por más que conozcas sobre uno o más temas, solo serás tenido en cuenta
si posees un papel, pergamino, o cartulina que rece “certifica que”. Siempre me
pregunté ¿por qué 2 + 2 = 4? Y algo tan sencillo como eso solo tuvo respuesta
fuera de la educación convencional. Entonces, ¿dónde radica la verdadera importancia
de que se certifiquen nuestros conocimientos?.
Con
esto espero no romper los estándares sociales que nos rigen, ni mucho menos ser satanizado por mis amigos educadores, pero siempre he reflexionado, ¿no es mejor que mis propios conocimientos me
certifiquen?


No hay comentarios:
Publicar un comentario